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Destellos del primer viaje a Japón.Por José Manuel Erro

Destellos del primer viaje a Japón.Por José Manuel Erro

Tras unos años de entrenamiento en la Bujinkan, en 2007 Manuel y yo recibimos el shodan de nuestro instructor César y… ¡nos disponemos a emprender nuestro primer viaje a Japón!

 

Inicialmente íbamos a ir en enero, pero cambian los planes y se adelanta el viaje, nos dice César que nos vamos en diciembre, nada más y nada menos que ¡al Daikomyosai! Vaya manera de estrenarnos en Japón.

 

Todo es muy rápido, pasa un mes desde la noticia y sin darnos cuenta del tiempo ya estamos en el aeropuerto de Narita, ¡sin pensar, sin pensar, sin pensar!

 

Llegamos a Noda un sábado a mediodía y pensábamos descansar y asistir a la clase de la tarde en el Honbu dôjô con Ôguri shihan, pero cuando llegamos resulta que han adelantado la clase, así que la hemos perdido. César nos dice: “parece que el primer día de clase tiene que ser con Sensei”. Es nuestro sino.

 

Así que nuestro primer día de clase en Japón es el domingo por la mañana, a las 9:00 con Nagato shihan, casi nada, y luego a las 11:00…

 

ufff ¡qué emoción, vamos a verle!

 

Hatsumi sôke es un ídolo que vive en mis sueños, tengo la mesita de noche llena de libros suyos. Conocí su figura hace unos 14 años cuando compre unos libros en los que aparecía él. Entonces me preguntaba si algún día podría entrenar sus artes marciales y lo vería en persona, o si era solo un sueño de adolescente.

 

Años después encontré la Bujinkan en Málaga y de la mano de César tenía el budô de Sensei a pocos minutos en coche desde mi casa, ¡menuda suerte!, yo que creía que para hacer esto había que dejarlo todo e irse a vivir al lejano Japón.

 

Y llega este día en que me encuentro en el Honbu dôjô en clase de Hatsumi sensei. Es un sueño hecho realidad.

 

El Honbu está a reventar de gente, se entrena en un metro cuadrado, sin embargo hay un gran ambiente de cordialidad entre los asistentes, que vienen a entrenar de muchos países y culturas distintas.

 

Vaya mañana de domingo, con esto ya me volvería feliz para Málaga.

 

El lunes entrenamos con los shihan Shiraishi y Jack Hoban, ambas clases geniales, y por la tarde hacemos algo de turismo, pues no hay que agotarse mucho, ya que los días siguientes tenemos jornada completa de Daiko y clase con Noguchi shihan.

 

Arranca el Daikomyosai y empiezan las emociones fuertes. Aparecen Hatsumi sensei y varios shihan japoneses vistiendo yoroi, van a la guerra bajo el rugir de los taiko. Continúa una demostración de shinken gata entre samuráis armados con naginata y tachi. Las escenas se suceden como si hubiéramos retrocedido 500 años al Japón feudal.

 

 

 

 

 

 

El Daikomyosai se desarrolla con gran intensidad, mientras los asistentes se entremezclan para entrenar. Entrenamos con gente de Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, etc., y con más españoles claro. La gente intenta superar el obstáculo de la traducción para entender algo del movimiento y explicaciones de Sensei, pero parece complicado pues Sensei enseña para los shihan. De todas formas, con verlo moverse es suficiente aunque no se entienda mucho lo que está pasando. Tenemos ante nuestros ojos la demostración de un maestro de artes marciales, y eso no se ve todos los días.

 

El miércoles y jueves, después del Daiko, asistimos a sendas clases de Noguchi shihan en el Honbu dôjô, en las que seguimos entrenando varios kihon de Kukishin ryû.

 

El Daikomyosai me pareció muy emotivo, pues qué mejor manera de celebrar el aniversario de Sensei que entrenando todos juntos con él. Fueron unos días muy intensos, si bien al final acabamos con la cabeza embotada de tanto entrenamiento.

 

 

 

 

 

Aunque Manuel y yo somos muy jóvenes en el budô y en la Bujinkan, pudimos entrenar con Sensei en Japón, el maestro nos dio la bienvenida cortésmente, pudimos fotografiarnos con él y ¡hasta nos dedicó una caligrafía!

 

Hatsumi sensei es un perfecto caballero, como no podía ser de otra manera para heredar la tradición japonesa. No me equivoqué al ponerlo en mis sueños.

 

Unos días después del viaje, en una clase César se dedica a resumirnos los conceptos que se vieron en el Daiko y me doy cuenta de que efectivamente no me enteré de nada.

 

Otro día en una conversación César dice: “…Sensei no rechaza a nadie…”, y refiriéndose a mí: “…porque tú has entrenado con Sensei, ¿verdad?...”. Es verdad, no era consciente de ello pero, ¡he entrenado con Hatsumi sensei!. Después de un viaje como éste verdaderamente te das cuenta de las cosas que has vivido tiempo después.

 

Unas tres semanas después del viaje, a finales de diciembre, mientras tomamos el té de los sábados en clase, apunto los nombres de varios kihon que hemos estado entrenando de Kukishinden ryû, sin querer tiro mi vaso de té con la manga del kimono y el té moja la revista donde había apuntado los kihon y emborrona los nombres. Curiosamente ese té era traído de Noda. Al ver lo ocurrido César me dice:

 

-         Las técnicas de Kukishinden borradas por el té, eso tiene que tener algún significado…

 

Le contesto lo primero que se me ocurre:

 

-         Pues que se ha terminado la Kukishinden.

 

Así que parece que aunque no entendiéramos mucho, algo debimos traer de Japón sin darnos cuenta: los dioses guerreros del budô, que vinieron con el té para anunciarnos el fin del tema del año.

 

            Quiero terminar dando las gracias a mi instructor César Pelegrín por habernos dado la oportunidad de vivir una experiencia como ésta, y por ser nuestro guía para seguir un buen rumbo en el viaje por el budô de Hatsumi sensei.

 

Sin duda un recuerdo imborrable para toda la vida, y tengo que volver pronto.

 

¡Banpen fugyô!

 

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